Medidas que atañen a organismos públicos y privados y también individualmente a cada ser humano en muchos ámbitos de su vida social, laboral y personal. Uno de los espacios para la protección del planeta son los hogares, en los que ahora pasamos más tiempo del habitual debido al confinamiento a causa del Covid-19. En las viviendas se genera un importante derroche de energía, ya que se puede llegar a perder un 30% por las ventanas, un 25% por los muros y un 2% por el suelo. Además, en su conjunto, los hogares generan más del 50% de la contaminación de las ciudades, según la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA).
Los hogares españoles están lejos de lograr el 32,5% de mejora de la eficiencia energética exigida por la Comisión Europea para 2030, pues más de un 80% de las viviendas en España no cuentan con calificación energética y más de la mitad de nuestro parque inmobiliario tiene una antigüedad mayor a 40 años.
En este contexto de necesidad de rehabilitación de inmuebles para contribuir a la protección del planeta Tierra, la división Green de UCI, Unión de Créditos Inmobiliarios, entidad especialista en financiación de la vivienda, junto a CONCOVI (Confederación de cooperativas de viviendas y rehabilitación en España) y con el apoyo del IDAE (Instituto para la diversificación y ahorro de energía) y el Ayuntamiento de Barcelona han puesto en marcha la Guía de rehabilitación de viviendas a favor de la eficiencia energética. Un proyecto informativo con las claves para la renovación energética de los inmuebles dirigido a propietarios actuales o futuros de viviendas y profesionales inmobiliarios.
En palabras de Roberto Colomer, director general de UCI, “a través de esta guía queremos sentar las bases necesarias para mejorar la salud de una vivienda y reducir su consumo energético, al mismo tiempo que mejoramos nuestro propio confort y bienestar en el hogar. Invertir en rehabilitación del hogar es hacerlo en ahorro y salud”.
¿Qué es un edificio eficiente energéticamente? ¿Cómo lograr una casa con poco consumo energético? ¿Qué beneficios aporta a los inquilinos vivir en inmuebles renovados a favor de la sostenibilidad energética?
¿Existen ayudas para la rehabilitación energética? Estas y otras preguntas constituyen el grueso de la Guía de rehabilitación de viviendas a favor de la eficiencia energética.
La Guía define cuatro tipologías de inmuebles en función del uso de la energía y la calidad ambiental y de la combinación de estos dos parámetros.
Tipologías de inmuebles en función de la eficiencia energética
1. Edificios ineficientes y de baja calidad ambiental
Agrupa viviendas sin medidas ambientales ni uso de energías renovables. Se trata del grupo mayoritario en España, donde casi 6 de cada 10 viviendas se construyeron antes de la primera normativa que introdujo unos criterios mínimos de eficiencia energética.
2. Edificios saludables
Son la antítesis de la tipología anterior. Sus materiales, diseño, fases de construcción y mantenimiento están enfocados a la sostenibilidad y confort de sus habitantes, utilizan energías renovables y eficientes y eliminan cualquier efecto negativo para la salud.
3. Edificios energéticamente eficientes
Aquellos que apuestan en mayor medida por el uso de energías renovables en detrimento de las fuentes convencionales fósiles, para mejorar así su sostenibilidad ambiental.
4. Edificios ineficientes y de alta calidad ambiental
Viviendas que, si bien cuenta con materiales y diseño enfocado en la sostenibilidad, utilizan energías convencionales, no renovables.
Las razones para la renovación de un edificio o de una vivienda son muchas y muy variadas: el mal estado de conservación, la necesidad de revalorizarlo, la ampliación o cambio de uso de espacios, la mejora de las condiciones de salud y confort de los ocupantes o las mejoras para el hábitat o el ahorro energético, entre otras. En cuanto a los costes, dependerán en gran medida de la profundidad de la renovación, del tipo de edificio, de su estado inicial, de los materiales escogidos e, incluso, de los proveedores. Para hacerlo más asequible, existen líneas de financiación, tanto públicas como privadas, como es el caso de UCI, para acometer renovaciones en los inmuebles a favor de la eficiencia energética.
Entre los aspectos que definen un hogar saludable se encuentran tres variables clave: la salud y confort, las medidas pasivas y las medidas activas.
Salud y confort de las viviendas
Se trata de los factores que determinan una buena calidad ambiental interior. Mediante productos y tecnologías existentes en el mercado se puede mejorar en gran medida las condiciones interiores de los inmuebles.
Se habla de que el interior de una vivienda es saludable cuando cuentan con aire interior limpio, con una humedad relativa entre el 40-60%, un espacio sin ruido, una buena iluminación natural y un diseño de luz artificial eficaz y eficiente que simule la luz natural, con un confort térmico adecuado y que limite la presencia de campos electromagnéticos en los puntos de permanencia de los usuarios.
Entre las medidas más populares para la salud y confort del interior de las viviendas destacan: los cerramientos y aislamientos térmicos, mecanismos para la renovación del aire sin importar la climatología exterior, sistema de calefacción y refrigeración con termostatos en función de la temperatura interior y mejoras acústicas de los espacios.
Además, es importante tener en cuenta la composición de los materiales de construcción y apostar por los naturales y aquellos con baja o nula concentración de compuestos tóxicos, unas características que se pueden comprobar en los sellos de estos materiales y que se deben extender también al mobiliario, menaje, decoración, electrodomésticos o juguetes.
Medidas pasivas
Estas medidas están destinadas a mantener la temperatura interior de un edificio con un buen nivel de confort sin el uso de energía. Para estas medidas hay que tener en cuenta la gestión de las demandas del inmueble: cómo se utiliza la vivienda, los hábitos de sus inquilinos o el consumo de energía.
Estas demandas sumadas a la necesidad de reducir costes y energías constituyen el grueso de las medidas pasivas. Entre las principales se encuentran: cubierta verde, aislamiento térmico de la cubierta, aislamiento térmico exterior o interior. Igualmente es importante tratar puntos de especial escape de energía como puentes térmicos, es decir, pilares, forjados, voladizos, jambas o chimeneas, y controlar posibles infiltraciones.
La renovación de ventanas es una de las medidas pasivas más importantes. En esta guía se recomienda el uso de cristales con cámara con una U (Transmitancia térmica) entre 1.0 y 1.5 W / m2K y un factor solar bajo. También, la sustitución de carpintería a favor de soluciones con mejores prestaciones térmicas.
Centrándose en el verano, una de las medidas pasivas estrella son las protecciones solares, como voladizos, persianas, contraventanas, lamas, pérgola o toldos, para reducir la radiación solar que reciben los edificios.
Otras medidas utilizadas para el correcto mantenimiento de la temperatura exterior son galerías, muro trombe, ventilación natural cruzada o cubiertas y fachadas frescas.
Medidas activas
Las medidas activas de un inmueble están estrechamente relacionadas con el consumo de energía: climatización, electrodomésticos e iluminación. La mayoría de estas medidas se traducen en ahorro económico. Para extenderlo a la eficiencia energética sería necesario el uso de fuentes de energía renovables.
Entre las medidas activas más populares se encuentran los programas de gestión energética para conocer de forma fiable e instantánea el consumo real, la unificación de contadores de un edificio para el ahorro de tasas y la reducción de la contratación de potencia fija de la compañía eléctrica.
Sin salir del ámbito lumínico, destaca también la instalación de baterías de condensadores estáticas o regulables para disminuir el término de energía reactiva (VArh) de la factura eléctrica. También, la sustitución de lámparas térmicas por lámparas LED, un cambio que permite un ahorro en eficiencia del 96% con respecto a las lámparas clásicas incandescentes, hasta el 90% con respecto a las lámparas halógenas y un 60%, en fluorescencia.
Otra medida activa sería la cogeneración, es decir, generar simultáneamente energía eléctrica (electricidad) y energía térmica (calor) a partir de la energía primaria, procedente de la combustión de combustibles fósiles, como el gas, o de energías renovables, como la biomasa.
También, se incluye en esta guía la generación de agua caliente/fría mediante el uso del aire exterior como medio de intercambio térmico a través de una bomba de calor o sistema de captación solar. O la generación de electricidad mediante energías renovables a través de placas fotovoltaicas y/o mini aerogeneradores.
La sustitución de aparatos de aire acondicionado por otros más eficientes o el uso de alternativas a estos aparatos, centralizar la producción compartida de los sistemas de climatización en edificios, eliminar el encendido en standby de electrodomésticos y aparatos electrónicos, apostar por cisternas dobles y la instalación de reductores del caudal de agua completan el capítulo de medidas activas para la eficiencia energética de las viviendas.
En cualquier caso, para la instalación de algunas de estas medidas y para la valoración de los mecanismos y rehabilitaciones necesarios en cada vivienda es importante el análisis de cada inmueble por un profesional experto, que podrá indicar las dimensiones necesarias para la rehabilitación a favor de la eficiencia energética. Para esta valoración, la Guía de rehabilitación de viviendas a favor de la eficiencia energética constituye un instrumento clave para profesionales y propietarios.