La obra de la artista china Lu Chi, nacida en Shanghái, parte de una
reinterpretación de algunas de las tradiciones culturales del país, en una
combinación de volúmenes y espacios que evoca una de las premisas
filosóficas más recurrentes del pensamiento oriental y que ya en el siglo
XX marca toda la arquitectura contemporánea: menos es más.
dialéctica eterna entre el ámbito rural de la China milenaria, con sus
palacios y sus inabarcables paisajes, y la complejidad vertiginosa de
grandes urbes modernas como Honk Kong o la propia Shanghái, una
permanente ebullición que toma forma de esculturas tan orgánicamente
vivas como evocadoras de las luces de neón que inundan las noches de
las ciudades de la China del nuevo milenio.