El nuevo edificio responde a la voluntad del promotor de agrupar a sus empleados en un lugar reconocible para facilitar las gestiones a los administrados, aumentar la eficacia del servicio e identificarse corporativamente. La operación, al mismo tiempo, ha revertido un importante beneficio económico y patrimonial.
El solar forma una esquina en uno de los ejes principales del Ensanche de Bilbao, trazados en 1862. La normativa urbanística del área es muy restrictiva y prevé repetir el perfil de los medianiles, retranquear los áticos según una directriz curva, achaflanar la esquina y construir un torreón sobre el chaflán.
Una doble envolvente resuelve no sólo los requerimientos urbanísticos sino también los energéticos, los de resistencia al fuego del edificio y el aislamiento acústico del exterior. El beneficio climático que se obtiene permite eliminar el aire acondicionado tradicionalmente entendido y, con él, los falsos techos de las oficinas. Por tanto, se minimiza el sonido producido por el edificio, desaparece totalmente la recirculación del aire en los lugares de trabajo, con un importante aumento de las condiciones de higiene laboral, y se reduce el volumen ocupado por cada planta construida, con el consiguiente ahorro de recursos consumidos por la construcción
La fachada responde a la investigación puesta en marcha por el estudio de Coll-Barreu Arquitectos en sus últimos proyectos, que entiende el envoltorio del edificio como un sistema.
En la definición del sistema intervienen la técnica constructiva, el funcionamiento del edificio, el intercambio energético, la ciudad y también el propio hecho, la voluntad de ser..., pero nunca el alzado o la composición. Como tal sistema, debe proporcionar respuesta válida a las múltiples situaciones diferentes que se generan en la fachada. Además, en lugar de limitarse a configurar el interior del edificio por un lado y conformar el espacio urbano por el otro, el sistema de fachada debe convertirse en un vehículo social.
Los pliegues de la fachada generan visuales múltiples desde el interior hacia las calles que se cruzan y, desde las últimas plantas, hacia el paisaje que circunda la ciudad; resultan un mecanismo de gran eficacia para la incorporación del vitalismo urbano en el interior del edificio.
El lugar de trabajo disfruta del volumen permeable, vividero y transitable de la fachada, a través del cual el edificio respira y produce el intercambio espacial entre el interior y el exterior. El sistema de fachada del edificio se parece a la experiencia de sentarse a la puerta de una casa, sobre el umbral, con la mirada hacia el camino y la espalda hacia el hogar.
• Obra: Sede del Departamento de Sanidad del Gobierno Vasco (Bilbao, Vizcaya, España)
• Arquitecto: Juan Coll-Barreu y Daniel Gutiérrez Zarza de Coll-Barreu Arquitectos