International Commerce Centre de Hong Kong, un caleidoscopio vertical
Uno de los rascacielos emblemáticos de la arquitectura contemporánea asiática es el International Commerce Centre de Hong Kong, una espectacular apuesta por la verticalidad sostenible en la que el vidrio es uno de los grandes protagonistas
Con una superficie total de vidrio de
50.000 m2, el International Commerce
Centre de Hong Kong es uno de los ejemplos
recientes más destacados en el uso de
este material en grandes edificaciones.
El diseño de la obra corrió a cargo del
estudio arquitectónico estadonidense KPF
Kohn Pedersen Fox Associates y los vidrios
fueron suministrados por la empresa
transformadora Yaohua Pilkington Glass
Group, subsidiaria del grupo Pilkington en
Shanghai.
Los vidrios utilizados fueron laminados
con la siguiente composición:
• 1 hoja de vidrio bajo emisivo Pilkington
YR0138 HS de 8 mm de grosor.
• 1 lámina 12A negra.
• 1 hoja de vidrio templado Pilkington HS.
Con una altura total de 484 metros y 108
plantas, el International Commerce Centre se
finalizó en el año 2010, momento en el que se
convirtió en el segundo rascacielos más alto de
China, por detrás del Shanghai World Financial
Center, en Shanghái, y en el sexto del planeta.
El rascacielos cuenta con un hotel de superlujo
de la cadena Ritz-Carlton en las últimas 15
plantas, siendo el segundo hotel más alto del
mundo (después de las Torres Abraj Al Bait).
Situado encima de la Kowloon Station,
este edificio está integrado con una red de
transportes que permite el desplazamiento
de 11 millones de personas diarias, incluyendo
conexión directa con el Aeropuerto de
Hong Kong. Se trata además de un edificio
fabricado bajo criterios de eficiencia energética,
de hecho existe en Hong Kong un fuerte
compromiso con la cultura de construcción sostenible, no hay que olvidar que tan sólo
el 2% de Hong Kong corresponde a áreas
urbanas, mientras que el resto del territorio
está ocupado por espacios naturales.
La forma del edificio se basa en una combinación
de formas cuadradas y redondeadas,
ensanchándose primero y haciéndose más
estrecho en los últimos pisos y ofreciendo una
respuesta aerodinámica frente a fuertes cargas
de viento y creando un efecto visual tipo cascada,
especialmente cerca de la base, donde
se encuentra el llamado “Atrio del Dragón”, una
estructura acristalada en la que la fachada se
curva y se extiende horizontalmente como si
descendiera de lo alto del edificio.
El muro cortina crea un efecto caleidoscópico
en relación con la luz natural, a la vez
que en diferentes ángulos de visión refleja
como un espejo otras partes del edificio.
Esta concepción visual permite minimizar la
sensación de enormidad que hubiera producido
una obra sin estas características
visuales y una mejor integración tanto en
el skyline de Hong Kong como en el núcleo
urbano en su totalidad.