Cada detalle en la obra de la artista suiza Françoise Bolli se basó en las posibilidades expresivas del vidrio, un material capaz de sublimar conceptos como transparencia, ingravidez, luz y cromatismo.
“¿Existe algún otro material que tenga tanto potencial como el vidrio? Trabajar en él es un desafío constante para equilibrar sus propias características con las de inspiración, técnica y poesía”. Con esta declaración de intenciones, la artista suiza de antepasados genoveses Françoise Bolli resumió a la perfección su relación con el material a partir del cual dio forma a sus creaciones.
El vidrio, la luz y las sombras fueron las tres grandes fuentes de inspiración de una obra que desafió a menudo la ley de la gravedad mediante objetos en tres dimensiones que parecían flotar suavemente ante nuestros ojos.
En sus esculturas también encontramos elementos metálicos, principalmente cableados y otras estructuras, que parecían comunicar la ingravidez del vidrio con una percepción a veces arquitectónica del espacio.
Son obras que también incluyeron una audaz apuesta cromática, en la que el vidrio se convirtió en una metáfora de elementos como el aire y el agua, transformándose a cada momento gracias a la singular visión de la artista.